sábado, 22 de enero de 2011

Principales postulados del reduccionismo y prohibicionismo.

1. Paradigmas preventivos.
De acuerdo a Kuhn, “En su uso establecido, un paradigma es un modelo o patrón aceptado”. (32) por una comunidad científica que podría servir como fuente de renovación de ejemplos cada uno de los cuales podría perpetuar el modelo Vg. la conjugación de verbos permite desarrollar muchas veces el modelo de la conjugación, pero la mayoría de las veces con verbos que significan algo diferente.
Pero “En lugar de ello, tal y como una decisión judicial aceptada en el derecho común, es un objeto para una mayor articulación y especificación en condiciones nuevas o más rigurosas”. (32) Es decir, el paradigma rara vez deja lugar a la renovación de sus contenidos, transformándose en un conjunto que orienta con o sin reglas el desarrollo de la ciencia.
En el caso del estudio de los paradigmas para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas, habría que señalar que su construcción social ha sido alimentada tanto por fuentes científicas, morales y grupos económicos, religiosos y políticos. Sin embargo, el resultado final de esta mixtura discursiva se comporta como si fuera un objeto normativo y reduccionista de las investigaciones y discursos en torno al mismo, tal y como lo plantea Kuhn.
Se puede decir, por tanto, que las sociedades han desarrollado diversas formas de organizar el control del consumo, producción y comercio de sustancias psicoactivas, que pueden describirse básicamente en torno a dos enunciados paradigmáticos:
1. Sociedad libre de drogas.
2. Reducción del daño.
A continuación se reseña una breve descripción de cada uno, que servirá de base a la contextualización de los hallazgos, interpretaciones, conclusiones y sugerencias de este estudio.
Reduccion de la oferta de drogas
Como ya veremos en mayor profundidad, este modelo se origina en el siglo XX estadounidense. También denominado por sus críticos: “sociedad libre de drogas” “Abstencionismo”, “Prohibicionismo” o “guerra contra la droga”, este paradigma sanitario, fundamenta su ámbito de acción en la extirpación social total de toda forma de consumo, producción, compra, venta, de cualquier sustancia psicoactiva no legalizada.
El CONACE, es un organismo estatal chileno que está encargado de ocuparse del tema de consumo, producción y comercio de sustancias psicoactivas ilegales, trabajando bajo esta mirada paradigmática.
De acuerdo al documento de CONACE denominado: ”Estrategia Nacional sobre drogas 2003-2008”, “…las drogas … contienen un potencial desintegrador de la familia, de la convivencia social e incluso de las instituciones del estado”, lo cual “nos obliga como país a enfrentarlo con firme y decidida voluntad” lo que se traduce en un “…compromiso de trabajo permanente orientado a impedir la producción de drogas…, la utilización del sistema económico financiero para el lavado de activos, así como perseguir los demás delitos conexos vinculados a la problemática de las drogas y las organizaciones criminales transnacionales”. (14)
Esto se enmarca en el acuerdo de 1998, firmado por Chile y Naciones Unidas para combatir el fenómeno a nivel planetario.
Esta es la postura de la “sociedad libre de drogas”, que se traduce, en Chile, en: “Reducir el consumo y el tráfico de drogas hacia el año 2008, estableciendo cinco metas globales:
A Disminuir la prevalencia anual de consumo de marihuana en la población menor de 18 años.
B Disminuir la prevalencia anual de consumo de cocaína en población general.
C Disminuir la prevalencia anual de consumo de pasta base en población joven de niveles socioeconómicos bajos.
D Disminuir la disponibilidad de drogas ilegales en el país.
E Disminuir la producción de drogas, sean éstas naturales o sintéticas.
F Disminuir el uso ilícito y desvío de sustancias químicas esenciales. Para las metas referentes al consumo, se consideraron como línea base las cifras registradas en 2002.” (sic) (14)
Pese a reconocer que “el alcohol, tabaco y los tranquilizantes son las drogas de uso lícito de mayor consumo en Chile y mantienen una tendencia estable en el tiempo” (14), no se las considera parte del ámbito de acción de CONACE, que contempla como finalidad el eliminar las drogas de uso ilícito.
Sin embargo en el texto se reconoce esta falta de cautela sanitaria como una debilidad al mencionar que “ las restricciones en el ámbito de acción de la estrategia, referida solamente al consumo de drogas ilícitas, no han permitido dar cuenta y perfeccionar el abordaje de un factor de riesgo como es el consumo precoz y abuso del alcohol”. (14)
En resumen, este enfoque intenta impedir el consumo y producción de sustancias psicoactivas ilegales en la población, al tiempo que intenta detener el enriquecimiento a partir de la comercialización de las mismas, por considerarlas todas actividades peligrosas para la integridad de la misma y de sus instituciones organizadas.
Menor daño posible.
De acuerdo el Observatorio Europeo de drogas y adicciones,”... la reducción de daños se refiere a las políticas o programas que se dirigen a reducir las consecuencias negativas resultantes del consumo de alcohol u otras drogas, tanto sobre el individuo como sobre la comunidad en general, sin requerir necesariamente la abstinencia. Algunas estrategias de reducción de daños diseñadas para lograr un uso más seguro de las drogas podrían, sin embargo, preceder a intervenciones posteriores para lograr la abstinencia total.”(20)
Son ejemplos de reducción de daños la provisión de jeringas desechables para reducir el hábito de compartir material de inyección entre los usuarios de drogas por vía parenteral, o el uso de vasos plásticos para reducir las heridas durante las peleas en los bares.
El término reducción de daños empezó a ser utilizado ampliamente a partir de los “intentos de detener la extensión del HIV, proporcionando material de inyección estéril a los usuarios de drogas por vía parenteral en los primeros años de la década de los 80”. (20)
Además, se indica que: ”Las estrategias de reducción de daños pueden ser usadas para lograr un menor riesgo en el uso de drogas como un paso intermedio en el proceso hacia el logro de una abstinencia total, si bien el grado en que se trata de evitar la continuación del uso de drogas es diferente en función de la filosofía del programa”. (20)
La definición de reducción de daños en sentido amplio permite que los programas orientados a la abstinencia puedan ser considerados como reductores del daño si se dirigen a disminuir las consecuencias del abuso de sustancias psicoactivas ilícitas en lugar de sólo eliminar el uso, y si no son coercitivos o punitivos en su planteamiento. La reducción de daños como tal es neutral en relación a la mirada moral acerca de continuar consumiendo drogas o a la forma de enjuiciarlo y no debe ser considerado como un movimiento para legalizar, descriminalizar o promover el uso de drogas.
Este modo de enfrentar el consumo de sustancias psicoactivas ilícitas enfatiza su acción en el consumidor minimizando los daños asociados al consumo para el, su entorno próximo y la sociedad, reconociéndolo como una persona que puede y debe ser considerada como un valor a cuidar por la institucionalidad estatal.
Este modelo se ha utilizado alguna vez en el SENAME, donde se denomina: “Modelo comunitario de reducción de riesgos” y que pasaré a revisar de manera sucinta a modo de ilustrar su campo de acción.
Catalán (15) ordena su postura teórica de trabajo en algunos postulados desarrollados que se refieren en términos epistemológicos al fenómeno como una alternativa “... de salud pública, frente a los modelos “moralista / criminalista” y “de enfermedad” del consumo de drogas” (15), al centrarse en la disminución de los daños asociados al consumo más que a la sanción legal y moral asociada a su consumo, producción y comercialización. Sin embargo, “... reconoce la abstinencia como resultado ideal, pero acepta alternativas que reducen daños sin llegar a la abstinencia”, (15) es decir, reconoce y tolera un consumo normal de sustancias psicoactivas. Quizás este criterio de normalidad habría que igualarlo al del bebedor normal en el caso del alcohol.
Se dice que otra de las características de este enfoque de prevención, es el respeto por las libertades de las personas que se anteponen a cualquier disposición colectiva que la resume, así, “... están posibilitando el pasaje desde una relación jerárquica hacia una horizontal complementaria, en la que, los consumidores de drogas empiezan a ocupar roles activos en el proceso de ayudarse a sí mismos.” (15)
Se confía en la capacidad y juicio de la persona para decidir la cantidad y tipo de sustancias a consumir, no habiendo grandes sanciones contra el consumo y el “autoabastecimiento” ( plantaciones para uso propio) del consumidor.
Este enfoque acepta tácitamente la existencia de drogas ilegales en la comunidad, al tiempo que se plantea la imposibilidad de eliminarlas por completo de la misma.
El caso de la política de prevención de drogas holandesa, desarrollada en gran parte a partir del año 1972, pero basada en la convención del opio de 1919 y revisada en 2 ocasiones, 1928 y 1976, también ilustra este paradigma, cuyo objetivo se encuentra redactado así”: The objective of Dutch drug policy is to prevent and limit the risks associated with drug use, both to users, to their immediate surroundings and to society” (16). Similar al de CONACE.
Sin embargo, en el mismo documento se encuentran una serie de peculiaridades con respecto a la forma de lograr esta misión, que a continuación revisaré sucintamente.
Con respecto a la forma de abordaje, se dice que: “‘Harm reduction’ is an important principle for Dutch drug policy. It concerns the prevention of drug abuse and the limitation of the risks and harm that drugs can cause - either for the user, his environment, or society as a whole.”(16)
Sin embargo, “The policy aims at: Limiting the demand for drugs (by active care and prevention); Limiting the supply of drugs (by combating organized crime); Limiting inconvenience to other citizens (by maintaining public order)” (16).
La política mentada se desarrolla de acuerdo a la premisa de que: ” it is not possible to totally ban drug use by means of firm government policy” (16) por lo cual “the government has formulated realistic aims.”(16), como el reducir el daño asociado al consumo de sustancias psicoactivas endovenosas.
Se plantea, además que :” Assistance could result in total abstinence, but also in an improvement of the social and medical condition or in harm reduction.”(16), enfátizando el resultado sanitario por sobre visión criminalista o moral, pero sin desconocer la importancia de la persecución del crimen organizado en la política estatal : ”Emphasising the concerns of public health goes hand in hand with a strong prosecution policy towards the production of and trade in hard drugs.”(16)
El rol salubrista del estado se enfatiza en otra parte del documento de la siguiente forma: “... in keeping with basic policy assumptions that public health concerns are central to drug policy, the ministry of Health, Welfare and Sport (VWS) is responsible for coordinating drug policy nationally.”(16)
Este enfoque privilegia la visión sanitaria sobre las drogas y su consumo por sobre las consideraciones comerciales, morales y criminales.
Además se establece una diferencia legal entre drogas duras y canabinoides, de acuerdo al daño que producen en el sujeto que las consume y su entorno. Esto, para segmentar el mercado de la demanda, y evitar así que el consumidor de cáñamo, entre en contacto con el “submundo” de las drogas duras, del siguiente modo:” Cannabis (in the form of marihuana and hashish) causes substantially fewer health problems than hard drugs (such as heroine, cocaine and synthetic drugs).”(16)
En resumen este enfoque protege al individuo y comunidad de los riesgos asociados al consumo de drogas, enfatizando el autocontrol, la mantención de un ambiente saludable y el control del narcotráfico por sobre la criminalización del consumo de sustancias psicoactivas ilícitas, siendo por lo tanto un enfoque sanitario por excelencia antes que un método criminalístico psiquiátrico.